El estrés es simplemente un hecho de la realidad, fuerzas del mundo que nos rodea que afectan al individuo. El individuo responde al estrés de maneras que afectan tanto al propio individuo como al entorno. Por lo tanto, todas las criaturas vivas están en constante intercambio con el medio que les rodea (el ecosistema), tanto físicamente como con su comportamiento. Este intercambio de fuerzas, o energía, está por supuesto, presente en las relaciones entre todas los elementos del universo, ya sean vivientes (animados) o no vivientes (inanimados). Sin embargo, hay diferencias críticas en el tipo de relación de los seres vivientes con su entorno. Estas diferencias tienen grandes consecuencias para la supervivencia. Debido a la sobreabundancia de estrés en nuestras vidas modernas, normalmente pensamos que el estrés es algo negativo, pero desde un punto de vista biológico, el estrés puede ser una experiencia positiva, negativa o neutra. En general, el estrés se relaciona tanto con factores externos como internos. Entre los factores externos se incluyen el entorno físico, como el trabajo, la relación con los demás, el hogar, y todas las situaciones, retos, dificultades y expectativas con las que nos enfrentamos en nuestra vida diaria. Los factores internos determinan la capacidad del cuerpo para responder y afrontar los factores externos que inducen el estrés. Los factores internos que influyen en la habilidad para manejar el estrés son las condiciones de alimentación, la salud y la forma física, el bienestar emocional y la cantidad de sueño y descanso.