A veces llamados revolucionarios reacios, el pueblo no confiaba en que estos lideres estuviesen por encima de sus propios intereses y adoptaran políticas legislativas racionales (véase la virtud pública). Durante la Revolución Americana, se posicionaron a favor de formas de Gobierno que pudieran fácilmente controlar la voluntad popular. Para asegurar la estabilidad política, creían que las decisiones políticas tendrían que estar en manos de la elite social y económica de la sociedad. John Dickinson, John Adams (más bien un revolucionario ansioso) y Robert Morris podrían describirse como revolucionarios cautelosos. Ver revolucionarios radicales.