El término deriva del abandono relativamente benévolo de Inglaterra con respeto a sus colonias americanas desde el 1690 hasta el 1760 aproximadamente. Durante estos años el Rey y el Parlamento muy pocas veces formularon leyes de constricción de cualquier tipo y dejaron a los colonos una mayor autonomía en las cuestiones locales y provinciales. A cambio, los colonos apoyaban a la madre patria en sus objetivos económicos y políticos. Este armonioso periodo terminó con la Guerra de los siete Años, cuando el Rey y el Parlamento impusieron un mayor control a los colonos americanos a través de impuestos y normas de comercio.