Las bombillas de 40 y 60 vatios son bombillas tradicionales incandescentes que se han utilizado durante más de cien años en todo el mundo como fuente principal de luz. Estas bombillas producen luz por medio de un filamento metálico calentado a una temperatura alta por una corriente eléctrica que pasa a través de él, hasta que brilla intensamente. El filamento está protegido de la oxidación con una bombilla de vidrio o cuarzo que está llena de gas inerte o evacuado. La bombilla se suministra con corriente eléctrica de alimentación a través de terminales o cables incrustados en el vidrio. La mayoría de las bombillas se utilizan en una toma de corriente que proporciona soporte mecánico y conexiones eléctricas.

En comparación con las bombillas de diodo emisor de luz o LED modernas y fluorescentes, las bombillas de 40 y 60 vatios producen luces cálidas más agradables y reconfortantes para los ojos. Lamentablememente, estas viejas bombillas incandescentes son altamente ineficientes: sólo 10 por ciento de su producción de energía se convierte en luz; el resto se pierde en calor. Algunos estudios han sugerido que los consumidores en Estados Unidos ahorrarían $13.000 millones de dólares y la energía equivalente a 30 plantas eléctricas de carbón por año, una vez se reemplacen en el país las 4 mil millones de bombillas incandescentes por bombillas de bajo consumo.

A partir del 1 de enero de 2014, las bombillas estándar incandescentes 60 y 40 vatios estarán permanentemente prohibidas para cumplir con las normas de eficiencia establecidas en la Ley de Independencia y Seguridad Energética, promulgada por el Presidente George Bush en el año 2007. Las bombillas de 75 y 100 vatios fueron eliminadas en el año 2013.