Heroína francesa. Desde los 12 años comenzó a tener visiones místicas. En estas visiones afirmaba escuchar la voz de Dios que le ordenaba renovar la nación francesa. Posteriormente, durante su juicio, Juana comentaría que sus visiones eran tan reales como tener a alguien enfrente. Las visiones venían acompañadas de luz y de la presencia de santos como san Miguel y santa Catalina. Estos episodios acentuaron la inclinación religiosa de Juana. Se confesaba con frecuencia, y se dice que cada vez que oía las campanas de la iglesia, abandonaba sus quehaceres para ir a misa. Francia, que por aquel entonces estaba dirigida por el delfín Carlos, no contaba con un líder real. Cuando Juana llegó a la corte, el delfín quedó impresionado con su pasión y convicción. Es algo realmente excepcional que, en consecuencia, se le confiara a una campesina de 17 años el control del ejército y que pudiera entrar en batalla. En aproximadamente un año, Juana había liderado al ejército en sus victorias de Orleans, Patay y Troyes. Muchas otras ciudades fueron liberadas de la dominación inglesa, lo que permitió la coronación triunfal del delfín como Carlos VII el 17 de julio de 1429. No obstante, un año después, Juana de Arco fue capturada por los soldados borgoñones y vendida a los ingleses en Compiegne. Su juicio está muy bien documentado y contiene una perspectiva reveladora sobre el carácter y destino de Juana.