Hace unos años se concedió un permiso a una tribu de nativos americanos par que sacrificaran dos águilas calvas. Esta especie está muy protegida por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos, y rara vez permiten la matanza de águilas. Es más, tal acto está penado con cárcel, a pesar de que el estatus del águila calva pasó de en peligro de extinción a amenazado en 2007. El permiso concedido fue el resultado de una demanda federal interpuesta por la tribu Arapahoe, en la que reclamaban que la prohibición de sacrificar águilas calvas iba en contra de sus principios religiosos.